Un partido controlado por corruptos.Por: Ángel Luis Jiménez

IAM/ALJ El Partido Popular no es un partido para un país de personas honradas. Y la cuestión es que no tiene redención porque dice una cosa y hace otra, como está ocurriendo con la escandalosa situación y el falso master de la presidenta madrileña Cristina Cifuentes.

 

Hay una lista muy amplia de políticos de este partido que afrontan acusaciones creíbles de enormes deslices éticos y que, no obstante, serán posiblemente presentados en los próximos procesos electores, locales, autonómicos o nacionales.A lo largo de nuestra corta democracia ha habido muchos políticos granujas en todos los partidos. Pero por lo general, la revelación de sus granujerías ha puesto fin a sus carreras políticas. Normal en una democracia.Lo asombroso del panorama actual, y del Partido Popular, es que estos tipos -sin duda granujas, corruptos o cosas peores- siguen obteniendo apoyo de su partido hasta que, al final, son investigados, procesados y condenados por la justicia.No creo que en nuestro país haya habido un partido con tantos investigados, imputados o procesados, dedicados a engañar o estafar a sus votantes, que hayan prosperado tanto dentro de su organización, desde Rato a Bárcenas pasando por Camps o Barberá.El juez de la Audiencia Nacional, José de la Mata, tiene abierto juicio oral por el caso conocido como “papeles de Bárcenas” y ha sentado en el banquillo a los extesoreros del PP: Álvaro Lapuerta y Luis Bárcenas, y al exgerente Cristóbal Páez, que responderán por delitos de “organización criminal”. Lo mismo dice del PP la UDEF, de la Comisaría General de la Policía Judicial, por sus operaciones en la trama Gürtel.No me parece una casualidad que en el Partido Popular tenga tantos granujas que hayan prosperado dentro del partido. Porque es una consecuencia inevitable de la estrategia política seguida desde hace décadas por los trileros, granujas y corruptos que anidan en él.Su programa sostenido e invariable se ha basado en los recortes y la privatización de la sanidad, la educación, la promoción de la autonomía personal y la atención a las personas en situación de dependencia y otros servicios sociales, y el debilitamiento del colchón de seguridad que teníamos en las pensiones.Este programa es de lo más impopular: solo una pequeña minoría de españoles quieren que le bajen los impuestos a los ricos o que les rescaten sus empresas en crisis, y todavía son menos los que quieren que se recorten los principales programas sociales que venían disfrutando antes de la crisis.Aun así, el PP ha ganados las últimas elecciones negando la realidad de su programa político o justificándolo con la crisis, pero siempre presentándose como los defensores de los valores sociales tradicionales y del patriotismo: el último refugio de los canallas, como lo definía Samuel Johnson, el famoso crítico, poeta y ensayista inglés. Desde luego, para seguir ese juego en el Partido Popular, hace falta voluntad y talento, sobre todo, para decir una cosa y hacer otra, como ocurre con el rescate a los bancos y las autopistas con el dinero de todos. O la apuesta mentirosa por el eje ferroviario Algeciras-Bobadilla, que tanto afecta a nuestro desarrollo y empleo, sobre el que mienten y engañan todos los días.En cuanto uno cae en la cuenta de hasta qué punto la política del PP ha estado forjada por sus grandes escándalos por prevaricación y fraude (caso Auditorio), financiación irregular (caso Púnica), desvíos de fondos públicos (Aquamed), pagos en negros (caso Bárcenas), etcétera, se deducen tres cosas: Una. Que el Partido Popular no tiene redención desde dentro. No tiene políticos con ética y principios que lo salven de su corrupta dirección. Y los granujas lo seguirán gobernando a menos que el partido pierda unas elecciones a lo grande y pase años en el ostracismo político.Dos. Que el partido sea muy vulnerable y sus votantes descubran su falsedad, porque dice una cosa y hace otra. El domingo en un sondeo de NC Report para La Razón, tres cuartas partes de sus votantes (75,4%), decían que su partido no había superado todavía la etapa de corrupción y dudaban en votarlo.Tres. Que el sesgo antidemocrático del Partido Popular ha llegado a una situación que debería asustarnos por el bloqueo que hace en el Parlamento y la manipulación de la ley electoral y sus circunscripciones que se han convertido en elementos claves de su estrategia. Por eso le ha dado un portazo a la reforma de la ley electoral que han planteado Ciudadanos y Podemos para que fuera más justa y proporcional.Así que lo mejor que podemos decir de la gente del PP es que tienen una cualidad, que el escritor Philip Roth le atribuye a unos personajes de su novela La conjura contra América, «No hay nada para lo que tengan más talento que para ser ellos mismos». Desgraciadamente para ellos y para nuestro país.

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