La Guardia Civil confirma que las rutas migratorias se han vuelto a desplazar hacia Canarias

Canarias recibió el año pasado 2.698 inmigrantes en 133 pateras o cayucos, el doble que en 2018, y en los 28 días que han transcurrido de enero han llegado a las islas 540 irregulares, cifra que multiplica por 13 la del primer mes del 2019.

Aunque los números actuales de la inmigración en Canarias están muy lejos del récord que se produjo con la crisis de los cayucos, con unos 32.000 inmigrantes solo en 2006, su evolución contrasta con la del resto de España, donde los flujos de irregulares en patera por el estrecho de Gibraltar o el mar de Alborán han caído a la mitad.

«Muchas de las rutas de emigración se están desviando a las islas Canarias», ha asegurado el teniente coronel de la Guardia Civil Daniel Vázquez, nuevo director del Centro de Coordinación Regional de Canarias, encargado de dirigir a los organismos que luchan contra los flujos de inmigración ilegal que parten de África Occidental

«La inmigración es una constante sobre el continente europeo, es consustancial al ser humano, que quiere mejorar, emigrar y viajar, hay una presión constante sobre Europa», cuyas puertas de entrada desde el sur están en Italia, Grecia o España, ha dicho.

En esa situación, «cuando se cierra una vía, las bolsas de inmigración se suelen mover hacia otras», ha señalado Vázquez, quien ha recordado que, aunque en los últimos meses se ha producido un aumento en el número de inmigrantes que llegan a las islas, «esta no es la situación más grave» que ha vivido Canarias.

Asimismo, ha recordado que la Guardia Civil tiene desplegados recursos operativos en países como Marruecos o Senegal que patrullan la costa africana en colaboración con las policías de esos países para evitar que las pateras salgan hacia Canarias.

En cuanto al Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), ha considerado que «funciona bastante bien», pero «del SIVE se esperan muchas cosas» y hay que tener en cuenta que en ocasiones las embarcaciones se confunden con el oleaje y que el sistema de detección tiene limitaciones físicas.

«Las costas de Marruecos, Mauritania y Senegal son muy extensas, son muchísimos kilómetros de costa y no es fácil vigilarlas, son muy grandes», ha asegurado Vázquez.

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